Siendo realistas es una mínima posibilidad, una entre cien millones de ellas. Pero es esa mínima posibilidad, la que nos permite soñar de la manera más sublime, ya que lo vemos tan imposible, tan lejano, que no nos cortamos a la hora de dejar volar nuestra imaginación hasta los puntos más hermosos e inimaginables.
Querida imbécil, gracias, por dejarme soñar contigo día tras otro hasta tal punto de despertarme a media noche, con lágrimas de felicidad en los ojos como lo hice anoche. Es tanto lo deseado que puede llegar a convertirse en obsesión. Me da igual. ¿Qué puede pasar? ¿Qué acabe siendo además de un loco un enamorado? Creo que eso es estarlo. Gracias.
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