lunes, 9 de mayo de 2011

Una cucharada de ingenuidad mezclada con una pizca de ilusión. Sacamos la tristeza del cajón de la soledad y la disolvemos en medio litro de ganas de soñar. A continuación, trituramos aparte los malos momentos, y directamente tíralos a la basura. El miedo lo podemos batir con un poco de seguridad, o confianza, según el gusto y lo introducimos en el mismo recipiente que todo lo anterior y lo dejamos a un lado. Para la base, que ha de ser consistente, necesitamos muchísimo valor, y apenas unas gotas de cordura, aderezada con la mas grande de las sonrisas. Volvemos al recipiente del principio, que ya ha tenido que ser mezclado durante toda una vida con el mayor de los cariños. Fundimos pasión y atracción en un vaso de entusiasmo y lo rociamos sobre la mezcla a partes iguales. Y para terminar, dejamos caer miles de lágrimas de felicidad y de sueños por cumplirse.

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